20150529

Agnóstico y ateo

Discutiendo en un foro de ateos/agnósticos/escépticos, me he topado con toda clase de "librepensadores", como en cualquier "supermercado del Señor". De estas personas, pocas podrían realmente jactarse de ser librepensadores, puesto que entre ellos me he topado con "ateos de tomo y lomo" que, al igual que una gran cantidad de creyentes, no pueden entender que, siendo el ateísmo y el agnosticismo 2 conceptos distintos, no necesariamente se anulan al asociarlos a un individuo. En otras palabras, son "librepensadores" que critican el dogmatismo de la gente creyente, pero no se dan cuenta que llegan a caer en los mismos vicios lógicos argumentales. (Son duros de cabeza.)  

Filosóficamente hablando, "Dios" representa un entendimiento infinito e ilimitado, superior al intelecto limitado del ser humano. En ese sentido, no estamos capacitados para resolver con argumentos su mera existencia. De esto, desprendo mi inclinación que apunta a la negación de su existencia (mi ateísmo), pero no lo niego de forma irrefutable porque no tengo los medios para demostrarlo (mi agnosticismo). Así que, tratar de demostrar que Dios no existe (o existe) a través de la ciencia es prácticamente imposible de concretar -y de seguro una gran pérdida de tiempo. (Si alguien alude a la ciencia, alude a un mal argumento por falta de pruebas meritorias y reproducibles).

Pues bien, ser ateo y/o agnóstico (o escéptico) no significa ser soberbio, por no obedecer dictámenes que otros promueven o promulgan como algunos podrían llegar a pensar. Así uno niegue lo que otros por siglos de tradiciones han armado. Tampoco pensar así, hace que uno se sienta superior al resto de los creyentes porque uno considera que "tiene la razón" respecto a la no existencia de Dios. Por eso a esta calidad de no creyentes, los prefiero llamar librepensadores. No se casan con ninguna corriente o masa religiosa (algo que se puede aplicar a la política, filosofía, moral o incluso al fútbol entre otros ámbitos humanos). De modo que, vivo para pensar por mi propia cuenta. No necesito que nadie me haga repetir lo que sea que dicte o promueva un dogma. Y en "mi soledad mental", con mayor razón me considero un "ignorante" del mundo, pues vivo con la tendencia de evaluarme constantemente (¿estaré en lo correcto? ¿realmente está abierta mi mente o cerrada?) ya que me acepto y reconozco como un pequeño granito de arena perdido en este basto y misterioso universo. Eso sí, un granito con la suficiente convicción para razonar que de momento la única diferencia concreta entre un creyente y un no creyente está en su fe y que es esta fe, "la única prueba" de que Dios existe/no existe. 

Entonces, simplemente no necesito que nadie me lo diga, yo no creo que exista Dios (no tengo fe). Y todo esto me implica no creer en ninguna deidad, incluyendo un número bastante grande de dioses inventados por la humanidad a lo largo de la Historia. Tampoco creo que exista ninguna clase de infierno que, a propósito, no es más que una representación casi meramente occidental con muchos sin sentidos -como el concepto del "castigo eterno", que me tiene sin cuidado. Y aunque algunos no lo crean, mi vida no está atormentada por esas dudas existenciales. No me siento vacío, pues le hayo sentido a lo que creo y no vivo con miedos. 

A propósito, no hay nada que me cause verdadero temor más que la maldad humana, por lo que morir es algo que acepto sin miedos por ser un acto natural y lo que pase después no me incumbe, pues queda fuera de mi entendimiento y mis pocos conocimientos sobre la existencia. -Lo que sea, será.- Por lo que todo se reduce a la palabra clave que incluso define a un ateo: CREER (que nada de eso existe), y de paso, comprender qué significa realmente creer. Saberlo nos puede volver más humildes y concientes de nuestra calidad de seres erráticos. 

En fin, si alguien considera que es imposible ser agnóstico y ateo a la vez, le recomendaría que medite si efectivamente una cosa niega a la otra, puesto que yo me considero un vivo ejemplo de que sí se puede. 

Cerrando este pequeño espacio de expresión, y dedicado a quienes estén interesados en esta parada frente a la realidad, les comparto DOS frases que me causan mucho sentido respecto a lo que implica asumir esta perspectiva vital:

"El sabio puede cambiar de opinión. El necio nunca", pues pasa que mientras "el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona".
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20150526

Eres más




Nunca lo olvides, ERES MÁS QUE LA PALABRA MÁS!
 
Concha de tu madre!












Interpretación del autor: 
Eres más que palabras que adornan a tu persona, eres actos que hablan con gran elocuencia por ti.
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20150524

Esos años





Extraño tu olor a Impulse
y los días en que eras feliz con un barquillo,
éramos plaza y recreo, cartas, 
la esquina de tu casa, unas dos sopaipas,
un beso y diez minutos de esos otros besos.
De la mano, cuadra a cuadra, 
éramos harto, harto rato.
Y del paradero a la micro, 
éramos uno, 
enanos, 
amados, 
abrazados. 
Chiquillos chiquitos.


(hoy-este mes-este año)
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20141221

Paciencia







La paciencia es una virtud realmente difícil de apreciar, 
tendrás que volverte viejo para valorarla.







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20141220

Alfabeto




Pocas veces la fama hace real justicia a los grandes de la Historia, dando por sentado hechos que no ocurrieron, mientras que otros que sí sucedieron se pierden en los anaqueles de la existencia por mero capricho del tiempo y de los humanos detrás de sus archivos. Uno de esos casos fue la vida y obra de “Humberto, el Primero”, sabio griego que llegó a ser una de las mentes más conscientes de todas las épocas y que influyó en la trascendente evolución del lenguaje humano, pues gracias a su riguroso trabajo en el ámbito de la filosofía, logró generar un sistema que reconoce por primera vez la existencia de caracteres y símbolos asociados como un todo complementario a partir de los cuales se logran componer y desprender la construcción de palabras y por consiguiente, de los distintos lenguajes que hasta el día de hoy, manifestamos como propias según las distintas culturas humanas. Hablamos entonces del “Alfabeto”, el sistema que determina un grupo de letras asociadas a una base cultural, y que fue llamada así en honor a su persona. 




Prólogo de “La biografía rescatada de Humberto, el Primero” (Extracto).

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20141207

Fuerte




Me tocó tan fuerte, 
que sentí que vino a mí como un meteoro impactando en el pecho. 
Era amor!











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20141025

Lo último que supe de mí

Lo último que supe de mí es que estaba cuidando de un nido que nunca fue.
Lo último que supe de mí es que estaba esperándote sabiendo que no vendrías.
Lo último que supe de mí es que estaba fantaseando con la loca nostalgia y la nostálgica locura de estar juntos.
Lo último que supe de ti es que estabas decidida y luego no.

Lo último que supe de mí es que el whiskey fluía como agua por mi garganta.
Lo último que supe de mí…
Lo último…

Lo último que supe de mí es que ya no me acordaba de mí.
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